El tribunal de menores, también conocido como tribunal juvenil, da prioridad a la rehabilitación en lugar del castigo. El objetivo es reintegrar al joven a la sociedad como un ciudadano responsable.

En cambio, el tribunal de adultos se centra en el castigo y la disuasión. Cuando un adulto es condenado por un delito, las sanciones suelen ser más severas e incluyen penas de cárcel, prisión, multas o servicio comunitario.